lunes, 17 de abril de 2017


Les Années folles commencent en 1920 et se terminent en 1929 avec le début de la Grande Dépression.
À Paris, pendant la Première Guerre mondiale, la population n'a pas perdu l'art de s'amuser. On fit la fête au début pour se moquer de l'ennemi et se donner du courage : il allait prendre une belle raclée qui laverait l'affront de 1870 et ferait oublier la honte de l'affaire Dreyfus pour l'armée française disait-on. On poursuivit la fête ensuite, pour distraire les permissionnaires. Puis, quand trop d'horreurs eurent enlevé aux « poilus » l'envie de rire, la fête continua pour se consoler.
Après la fin du conflit, une génération nouvelle rêve d'un monde nouveau et proclame « Plus jamais ça ! ». On s'empresse de lui proposer de nouvelles griseries sur fond de musique. Venu d'Amérique avec les Alliés, le jazz fait son apparition mais également la danse, la radio et les sports, les industries avec les électroménagers etc, sur fond de très forte croissance économique...
L'utopie positiviste du xixe siècle et son crédo progressiste font place à un individualisme déchaîné et extravagant. André Gide et Marcel Proust donnent le ton littéraire de cette tendance qui s'exacerbe et croît avec le mouvement dada dont Tristan Tzara publie le manifeste. Le surréalisme d'André Breton n'est pas loin. L'Art nouveau foisonnant, fauché par la guerre, cède la place aux épures précieuses de l'Art déco.
Durant les Années folles, Montparnasse et Montmartre sont sans conteste les lieux de Paris les plus célèbres et les plus fréquentés, abritant ses prestigieux cafés tel la Coupole, le Dôme, la Rotonde et la Closerie des Lilas ou les salons comme celui de Gertrude Stein rue de Fleurus.
Montmartre, tout d'abord, constitue l'un des centres majeurs de ces lieux de rencontre entre ces intellectuels. Le quartier présente un aspect de modernité avec l'existence de trompettistes comme Arthur Briggs qui se produit à l'Abbaye. Mais pour l'écrivain américain Henry Miller comme beaucoup d'autres étrangers d'ailleurs, le carrefour Vavin-Raspail-Montparnasse est selon ses propres mots « le nombril du monde ». Il y est d'ailleurs venu écrire sa série des Tropiques.
À Paris, c'est plus précisément la rive gauche de la Seine qui est principalement concernée par les arts et les lettres, et tout cela se confirme durant les années 1920. En témoignent d'ailleurs la forte concentration de créateurs qui se sont installés au sein de la capitale française et qui occupent les places du cabaret Le Bœuf sur le toit ou les grandes brasseries de Montparnasse. Les écrivains américains de la « Génération perdue », à savoir notamment Scott Fitzgerald, Henry Miller et Ernest Hemingway, y côtoient les exilés qui ont fui les dictatures méditerranéennes et balkaniques. Il y a enfin les peintres qui forment ce que l'on appellera par la suite « l'École de Paris »




jueves, 6 de abril de 2017

Federico Cantú


En la capital, pocos sabemos sobre el origen de las instituciones de salud pública tan antiguas como lo es el IMSS, un organismo tan grande e importante que bastaría imaginar qué pasaría -en una ciudad con 8 millones de habitantes- si no existieran sitios como este donde las citas medicas, las intervenciones quirúrgicas y las medicinas son de carácter gratuito.
El Instituto Mexicano del Seguro Social es el organismo de seguridad social más grande de América Latina. Su fundación data a 1943, con una significativa misión que aparentemente aún prevalece entre su reglamentación: ser el instrumento básico de la seguridad social, establecido como un servicio público de carácter nacional, para todos los trabajadores y sus familias.
De carácter autónomo (esto es, que no es del todo dependiente del gobierno, sino que se rige por sus propias reglas internas), en esta institución se combina la investigación y práctica médica, la administración de los recursos para el retiro de sus asegurados y con mucha presencia el Arte; las múltiples expresiones sensibles de algunos artistas mexicanos que hoy en día sitúan a numerosas partes de nuestra ciudad como patrimonio cultural tangible.
En todos los grandes hospitales del IMSS podemos encontrar fascinantes obras de arte. Y a pesar de que no siempre se visita un centro de salud con fines museísticos, merece la pena recordar, en cada una de nuestras visitas, que grandes personajes como David Alfaro Siqueiros Diego Rivera, Federico Cantú, Fermín Revueltas, Francisco Zuñiga, Jorge González Camarena o Juan O’Gorman diseñaron estos espacios.


En el hospital de La Raza, por ejemplo, Diego Rivera realizó el mural El pueblo en demanda de salud, un impresionante relato visual sobre la historia de la medicina en México. Según un peculiar libro donde se resguardan todas las obras del IMSS, Rivera “partió de un profundo conocimiento de la medicina prehispánica, basado en sistemas curativos tradicionales y de herbolaria; continuó con la del virreinato hasta llegar a la medicina contemporánea, donde exaltó los avances científicos y tecnológicos”.
Las obras de David Alfaro Siqueiros las podemos encontrar en el auditorio principal de este mismo hospital y en el hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI. En el primero encontramos su apabullante mural Por una seguridad social completa para todos los mexicanos, mientras que en el segundo el hermoso Apología de la futura victoria de la ciencia médica contra el cáncer.
Federico Cantú edificó algunos bajos relieves en piedra de nombre Las enseñanzas de Quetzalcoatl, donde se sintetiza el mítico origen de las artes en Mesoamérica, apareciendo como figura central el Dios Quetzalcóatl (dios-pájaro-serpiente). Por otro lado Francisco Zuñiga se inmortalizó con Alegoría Médica, en el hospital Siglo XXI; una hermosa cronología visual de cuatro bloques que retratan a un minero en busca de aire en una atmósfera creada por Eolos; el dios del viento Ehécatl, rodeado de pulmones sanos; un médico atendiendo a un hombre con la tecnología más avanzada y a Quetzalcóatl, representado por una serpiente estilizada. Finalmente podemos percatarnos del mural Hidalgo libertador, de Juan O’ Gorman en el auditorio Benito Coquet en el CIESS.
El Instituto Mexicano del Seguro Social acoge fascinantes piezas escultóricas, en piedra y bronce, cautivadores murales multicolor y grandes vitrales, todas ellas únicas en el mundo, pues son sus grandes instalaciones un excepcional ejemplo para disfrutar del muralismo mexicano y un poco más sobre la historia de la medicina mexicana.
También hemos de resaltar que desde entonces y hasta la fecha, algunas de estas obras acogen títulos verdaderamente viscerales que nos hacen reflexionar sobre lo importantísimo que es el sector salud gratuito hoy y siempre. *Para mirar los títulos de cada una de las fotografías en la galería superior, da click en el icono que se encuentra en la parte superior izquierda de la misma.*


El Evangelio de Juan es el evangelio canónico en que más asiduamente se cita a los apóstoles. Según Chapman, el Evangelio de Juan menciona nombres de apóstoles 74 veces, contra 50 del Evangelio de Marcos, 43 del Evangelio de Lucas y 40 del Evangelio de Mateo.24 Entre ellas se destacan las siguientes citaciones: 40 veces a Simón Pedro (como Simón, Pedro, Simón Pedro, o Cefas), 5 veces a Andrés, 12 a Felipe, 1 a Judas –no el Iscariote– (probable Judas Tadeo), 7 a Tomás, y 11 a Judas Iscariote.


Llamativamente, el Evangelio de Juan no hace mención de Juan el Apóstol siquiera una vez, ni tampoco de su hermano Santiago el Mayor. Aun la expresión que los agrupa a ambos, «hijos de Zebedeo», aparece únicamente una vez (Juan 21:2), en el apéndice que la gran mayoría de los estudiosos clasifica como un agregado posterior a la redacción del corpus del evangelio. Ese silencio absoluto respecto de Juan el Apóstol y de su hermano Santiago es tanto más sugestivo cuanto que Juan el Apóstol aparece 17 veces en los Evangelios sinópticos, en tanto que Santiago el Mayor es mencionado 15 veces y la expresión «hijos de Zebedeo» –sin nombrarlos expresamente– 3 veces.